miércoles, 18 de junio de 2014

Wanda la put

Para empezar correctamente a lo que se va a referir mi blog
¿Por qué escogí es nombre Wanda?,es alguien de verdad Wanda 
(es lo que menos importa) para redactar la gran admiracion por Wanda debo 
empezar desde sus principios no los creen...

Wandalaput

El sujeto más depravado del mundo
Un masoquista redomado que aglutina todo tipo de aberraciones sexuales, a cada cual más extrema

seudónimo, Wanda La Pute (Wandalaput para los amigos), no es una tía, sino un sujeto fetichista y masoquista  francés que tiene 50 años de edad  que se considera a sí mismo “una puta” y se congratula de ser uno de los entes más nauseabundos, repulsivos y marranos del planeta. Sus múltiples desviaciones sexuales incluyen un viscoso y venéreo abanico: chupa y come caca (siempre que sean zurullos duros), recibe todo tipo de humillaciones sexuales, se deja pinchar con agujas y cortar con cuchillos, bebe vasos de cubata llenos de saliva ajena, traga semen de condones usados por desconocidos (ha llegado a beberse 30 seguidos, mientras se pajeaba) y un largo y asqueroso etcétera en el que abundaremos más adelante.

En una pequeña entrevista concedida a la revista de sadomasoquismo extremo “BME” y titulada “Un cerdo al servicio del vicio”, Wandalaput se define a sí mismo como “una auténtica puta, aunque no me pagan por ello” y “un viejo maricón”, reconociendo abiertamente que es su naturaleza y que es lo que quiere en la vida: ser un esclavo sexual de los siniestros depravados que se lo cojen, lo humillan y lo torturan con saña, escribiendo sobre su cuerpo frases depravadas. demacrantes , machacándolo, haciendo de él un pandero.
Wandalaput se presenta así: “Me chifla sufrir, para hacer que los sádicos se corran y grabarlo y enseñarle al mundo que los cabrones masoquistas como yo no somos simples fantasías: existimos de verdad. Sé que mi forma de vida puede parecer fuerte, pero es lo que soy, no engaño a nadie. Soy extremadamente gay, aunque también me gustan las mujeres muy sádicas, esas que saben torturarme con sus tacones”.

No contento con ser una bacinilla humana, Wandalaput se ha practicado todo tipo de autotorturas para modificar su cuerpo, como ponerse piercings en el frenillo y el ombligo o pintarrajear sobre su piel frases tan lapidarias como “I LOVE AIDS” (“amo el SIDA”) o “JE ME MUTILE POUR STEPHANE” (“me mutilo para Stephane”) en su cuerpo serrano: efectivamente, este infraser se deja mutilar por sus ligues. Además, como él mismo reconoce sin asomo de rubor, “tengo cara de cerdo y soy un poco peludo, aunque a veces me afeito el cuerpo”.


Bueno de seguro muchos de ustedes se nausearon con esto y solo que es escrito que risa cuando vi un vídeo de el fue una experiencia única no satisfactoria por que ami no me chiflan esas cosas por si las dudas solo admiro como se revelo hacia el mundo sin importar nada y a continuación la biografía de este sujeto.


Wandalaput nació en Rochefort (Francia) hace medio siglo y desde su más tierna infancia era más masoquista que un cualquier tipo: mientras otros niños se caían y lloraban, él tenía una poderosa y enfermiza erección cada vez que se metía un dedo en el ano. Sin embargo, no descubriría lo que era el placer hasta los ocho años, cuando un compañero de clase le dio duro por el culo: “Desde aquel día soy un esclavo”, dice Wandalaput.


Otro día, el estaba espiando a dos compañeros que se estaban haciendo una “cambiadita” (masturbándose el uno al otro) cuando fue sorprendido por los cochinos, que lo patearon y lo pisotearon con los pies descalzos para que aprendiera. Lo malo fue que al muy degenerado le gustó y desde entonces es una alfombra viviente: “El olor de los pies sucios me excitó y les dejé darme de patadas y pisarme fuerte. Fue maravilloso”, recuerda Wandalaput con nostalgia.




Otra de sus juegos infantiles favoritos era esconderse en la iglesia del pueblo y chupar los pies de los niños que se masturbaban allí. Cuando hacía esto, los pajeros le insultaban y le zurraban, pero él, lejos de parar, seguía y seguía mientras se pellizcaba su tiesa varilla: “En la iglesia descubrí los placeres del autoabuso y también el delicioso olor de la ropa interior sucia”, confiesa el sátiro. Desde entonces, cada vez que se pajea, le da por hacerse pupa: desde cortarse con cuchillos hasta clavarse todo tipo de objetos por todos los rincones de su atroz anatomía. Para él, el placer y el dolor van de la mano, por la sombra y por la acera de enfrente, claro.

Años más tarde, ya en la pubertad, Wandalaput descubrió nuevas formas de disfrutar del sexo: chupar pollas y, sobre todo, lamer zapatos de mujer y hacerse pupa con sus luengos taconazos: “Desde entonces, me gusta oler y chupar todo tipo de zapatos, cuanto más viejos mejor, y también ropa interior sucia. Los tacones me ponen como loco porque son como agujas y estas dos cosas las amo porque son cosas que me destrozan el cuerpo. También me gusta ponerme zapatos de tía y meterme taconazos por el ojete”. Una joya, este hombre.


Pero, con esos vicios Wandalaput no estaba del todo satisfecho: sentía que le faltaba algo, que aún podía caer más bajo. Poco a poco, fue aflorando su verdadera naturaleza… hasta que a los 30 años se encontró a sí mismo y decidió lo que quería ser en la vida: “una basura, un váter público, un juguete para los peores sádicos”. Desde aquel lúcido instante, el infraser lleva dos décadas siendo lo peor. Consigue correrse salvajemente comiendo cacas de señores, pero también siendo humillado, vilipendiado, insultado, escupido, chuleado, vomitado y herido… por cualquiera. Y en este punto Wandalaput se pone algo bobalicón, aflora el romántico que hay en él y entona un canto a la tolerancia que emocionaría al mismísimo ZP: “Me dejo joder por cualquiera, no me importa su raza, su peso o el tamaño de su polla”. Eso sí, su placer se incrementa si hay cámaras que lo graben, porque disfruta aún más sabiendo que otros pervertidos se pajearán más tarde con los ojos clavados en sus cosas gabachas.


El se puso el nombre Wandalaput en homenaje a Wanda, una de sus clientes, con la que gozó de un montón de inenarrables e inolvidables sesiones. Ella y su marido le hicieron todo tipo de perrerías al pobre dejándole el pecho hecho un Cristo: Wanda le clavaba puntas y alfileres usando su tacón como martillo, mientras el marido le inyectaba Xylocaína para que no se desmayara del brutal dolor. Al final, Wanda agarró un cuchillo y le cortó los pezones de cuajo a su esclavo mientras su marido lo enculaba y pajeaba. Wandalaput se llama así desde entonces y recuerda aquella jornada de sexo extremo con una sonrisa en los purulentos labios: “Me encantó, aunque luego tuve que pasar tres semanas en el hospital”.


Aunque, como ya hemos dicho, Wandalaput lo pasa bien sorbiendo condones usados por extraños (que recoge en los cubos de basura de las calles de putas), odia follar con preservativos. Él sin condón, como loca. Le gusta que los tíos lo follen fuerte y duro, le encanta mamar rabos sin goma para gozar del sabor de la polla sucia y comerse el requesón de los cojones. Esto, aunque suene paradójico, no impide que cuando se topa con un condón usado se lo meta en el buche o lo exprima en un vaso, para después meterlo en una jeringuilla e inyectárselo en vena. ¿Su objetivo? Coger el SIDA: “Quiero ser seropositivo a cualquier precio. No puede haber nada mejor para un masoca como yo que estar impregnado de SIDA, es la degradación suprema. Sólo de pensar en tener un sidazo se me pone el pito duro”.


Obsesionado con cumplir su sueño loco de coger el SIDA, Wandalaput ha llegado a robar pañales usados por seropositivos de los hospitales de Rochefort para comer su caca, y también se ha clavado en el culo los tacones de sidosas, a ver si así contraía por fin su anhelada enfermedad; pero, de momento, nada: está más sano que una manzana, no sé si por (mala) suerte o porque eso que dicen por ahí de que el SIDA no existe. Pero, bueno, a él la idea del VIH le da para unas pajuelas: “Quiero sentir el placer de ser contaminado con el virus del SIDA, porque es el desperdicio humano más degradante que existe y quiero tenerlo en mi cuerpo. Cuando muera de SIDA habré cumplido mi rol de esclavo hasta sus últimas consecuencias y estaré muy orgulloso de ello”.


Y cuando muera de SIDA, por supuesto, Wandalaput no irá al cielo. Tampoco quiere. Él adora al Anticristo, por algo lleva toda la vida pajeándose oculto en confesionarios, usando crucifijos como dildos, blasfemando como un carretero o dejándose sodomizar en cementerios porque, sí, lo han adivinado, Wandalaput también es necrófilo y le es muy grato bailar sobre lápidas y pasearse por los camposantos en pelotas y con medias de puta, a ver si de pronto pasa por allí un sidoso y lo viola sin condón. De momento, con fiambres aún no se lo ha montado, aunque todo se andará: “Mi sueño es chupar la polla de un cadáver mientras me meto uno de sus pies por el culo”.

Y el es la historia de mi nombre ....










3 comentarios:

  1. Bueno, ps le conte a varios de mis amigos de este personaje y se echaron para atras, yo la verdad sigo buscando los videos, por ahi si tienen el link me lo pasan y esta muy buena la historia e impresionantemente no me novio el tapete, y la vrdad ps este man esta loco y se menosprecia demasiado

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